Queridos papá y mamá:
Tal y como me ordenó mamá a día 16 de abril
de 2015, hago las maletas y me voy. Mi carácter es muy desagradable, soy muy
terca y excesivamente soberbia y orgullosa. Lo sé y lo siento en el alma, no sé
si os habréis dado cuenta, supongo que no, pero he ido puliéndolo poco a poco.
Entiendo, por ello, lo desagradable que puedo llegar a ser a veces, sobre todo
cuando me enfado, comprendo así que no me soportéis. Sin embargo, considero que,
mamá especialmente, me falta al respeto de una manera desproporcionada, no creo
que por el hecho de ser tu hija puedas hablarme así porque soy, primero,
persona, como tú nos dices a nosotros.
Soy reservada y cuento poco o nada en casa y
lo siento si ese es otro rasgo de mi carácter que os molesta. También es
verdad, desde luego estoy siendo subjetiva (creo que al final la vida se trata
de sensaciones y percepciones, no tanto de hechos objetivos) que cuando he
intentado abrirme la mayoría de las veces se me ha cortado. El otro día quise
hablar contigo, mamá, de lo mal que me sentía en mi vida, de lo poco que me gustaba
yo, a mí misma, en todas las facetas de mi vida. No hubo nunca tal
conversación. No me dejaste acabar la frase cuando ya estábamos hablando de la
cena.
Ayer discutimos porque tengo dos cuartos
empantanados, y yo dije que creía que era un mal menor cuando se trataba de mis
notas, tú, mamá, te pusiste muy borde y por ende yo también. Papá, como
siempre, como espectador, observando la situación y solo diciéndome: “María
cállate un poquito”. Entiendo que
estuvieras nerviosa, yo también lo estaba, tú más, tú eras la operada, ya lo
sé.
Después, claro, saqué un tema económico, ¡de
qué mal gusto! Es un tema tabú (absurdamente, si me permitís el adverbio). El
dinero es importante “los lirios del campo no siembran ni cosechan” pero papá
se parte el alma con un infarto de miocardio, un ictus y esclerosis múltiple
todos los días para darnos de comer. Entiendo que las becas son importantes. Y
sí, las saqué. Si yo no estuviera aprobando todo no habría beca, por muy baja
renta que tuviéramos. Eso no os saca de pobres pero entiendo que sí es una
ayuda. Permitidme la vanidad pero no solo apruebo, sino que tengo un 8’5 de media
en 3º de un doble grado. Reitero: es un doble grado, un poco birria pero voy a salir
de aquí con dos carreras, no es nada meritorio pero sí creo que estoy haciendo
un esfuerzo. Permitidme decir, porque no sabéis nada de mí, no sabéis como
pienso ni lo que siento con respecto a vosotros, lo hago en gran parte por
agradaros. Porque creo o siento que nada de lo que hago día a día ni de lo que
he hecho a lo largo de mi vida ha sido lo suficientemente bueno para vosotros. Con mis buenas notas me
satisfago a mí e intento sentir que hago algo de vuestro agrado.
Es cierto, estabas recién operada y nerviosa
y yo saqué un tema de mal gusto, porque somos pobres y os gastáis mucho dinero
en nosotros, supongo. Un dinero que, más de una vez os he pedido a los dos,
creo que deberíais también gastaros en vosotros como pareja porque se nota.
Sin restarle valor a mi falta de sensibilidad
a la hora de expresarme y de sacar un tema de mal gusto, sí exijo que se me
respete a mí, aun en situaciones de enfado. Tengo 20 años, no tolero que me
vuelvas a dar ni una colleja, ni que
seas capaz de no decirme ni hola, la palabra y el saludo son algo fundamental e
imprescindible, son lo básico, lo que nos diferencia de los animales. ¿Somos animales
entonces?
Entiendo económicamente que no me queráis dar
más dinero, sois libres, vuestro es, yo solo os estoy empobreciendo más, soy vuestra
responsabilidad legal, sí, aun con 20 años porque estoy estudiando y no tengo
fuentes de ingresos, así que entiendo que la matrícula sí deberíais pagármela vosotros,
no obstante y teniendo en cuenta que pocas veces he pedido más dinero del de mi
paga mensual y me he ceñido bastante bien al presupuesto, comprendo, reiterando
lo dicho, que no me queráis dar más paga. No hago nada para merecerla, todo
correcto.
Después de exponerte hoy, mamá, con toda mi
capacidad tranquilizadora, la situación a la que por supuesto no has hecho ni
caso: tu versión es que tengo dos cuartos desordenados a mi disposición, que
hablé de dinero y eso es una falta de respeto, y que toda la conversación tuvo
un deje irrespetuoso continuo por mi parte (por la tuya no, “tu casa, tus
normas”), te dije que no quería que me volvieras a faltar al respeto, sin
saludarme ni dándome la colleja (collejón más bien), y mirándome con ese odio
en los ojos con el que me sueles mirar al pelear. Tu respuesta fue contundente,
“te voy a volver a dar otra, si no te gusta coges la maleta y te vas”.
Por todo lo dicho antes, porque soy persona y
quiero ser tratada como tal, porque me gusta que me escuchen cuando hablo de mí
y no solo cuando hablo de economía, universidad o política, porque no me siento
valorada en casa y porque se me falta al respeto, te hago caso, mamá: cojo la
maleta y me voy. Tú no quieres vivir desagradablemente habiendo, en tu casa, bajo
tu techo (tus normas) dos habitaciones desordenadas. Yo no quiero vivir
sintiendo que no sirvo para nada, que no se me valora y que no se me quiere. Porque
es lo que siento en demasiadas ocasiones y creo que eso no se debe sentir
nunca. Predicad de vuestra familia cristiana.
Os quiero mucho, sois mis padres, os perdono.
Espero que sepáis perdonarme vosotros a mí mi carácter y mi forma de ser,
supongo que me queréis porque eso es lo que hacen los padres a los hijos. Sed felices,
sin mí probablemente os sea más fácil.
Madrid,
16/04/15
María Medina Gutiérrez