domingo, 28 de septiembre de 2014

"Y cada vez más tú, y cada vez más yo sin rastro de nosotros."

Si las señales existen todas se han unido en un mes.
Primero ese bar.
Luego nuestro banco.
Hacer amigos nuevos, conocer gente, salir mucho de fiesta, extremoduro, campano, chonitemones y demás cosas que decía que no, en parte porque no, y en parte ¿por qué no? Por ti.
Y hoy esa pulsera.
 La de mi cumple.
La verde, fosforita, la de mis 19.
La de la camiseta, los pendientes y Colombia.
La de "vamos a no estar enfadados" porque era mi cumple.
La de "muchas gracias, me encanta".
¿Se puede conocer a alguien de verdad cuando te miente?
¿Se puede no falsear la verdad si la persona que tienes delante te regala algo maravilloso, pero que no es para ti?
¿Es ilícito mentir, dar las gracias y decir lo mucho que te gusta algo cuando no te gusta nada?
Porque sí, yo lo hacía. Cómo no iba a mentir si me regalaban unos pendientes preciosos con cara de ilusión!
Yo no me pongo pendientes.
Odio las "joyas". La bisutería buena, o, más bien, la que parece buena.
La camiseta suya antigua... eso me encantó. La pulsera mierdera de cartón fosforita que tanto se llevaba aquel verano también.
Los pendientes de asaberqueprecio no. No eran para mí.
Él buscaba a la tía perfecta.
A la que le fueran esos pendientes y ese colgante.
A la que retratar, aumentando su ego, sólo con esos pendientes y ese colgante.
Buscaba una Rose cualquiera.
Y se encontró con una Marieta increíble. Una Na daDe Tontos.
Una nada de tontos y nada de nadie.
Y claro que el aceite y el agua no se ajuntan.
Ni nos fusionabamos él y yo.
Lo más que salía era un aliño emulsionado.
Una reducción al Pedro Ximenez pero de María.
En vez de realzar nuestros sabores, como la sal en la comida
disminuíamos nuestra potencia, como mucha sal en la comida.

El último resquicio de ti que quedaba en mí,
ese trozo de esa cosa, verde en mi muñeca
derecha porque me gusta la derecha,
derecha porque es la que uso para todo,
derecha porque es la imprescindible
derecha porque tú eras mi derecha
SE HA CAIDO.
 Ese último recuerdo en mi ya no está.
Claro que te pienso, claro. Será siempre, ya lo tengo asumido.
Pero no te tengo en mi.
Ya no es mal que no estés.
Antes tampoco,
pero ya menos.
La decisión, claramente, fue la correcta.

Dicho a 9 meses vista.

Corto y cambio.
Cambio y corto.

Gracias por este tiempo. Bonito, que todo te vaya bien bonito.

<<Recuerda, por si acaso se te ocurriera volver,
que dejé todas las puertas abiertas
 porque me quedé
 con ganas de mandarte a la mierda.>>
Cristián Araque & Adrián Agudo.


sábado, 27 de septiembre de 2014

"Los niños que comen pan como caramelos, no saben que esto es el cielo"

Pedro Pastor dice que está harto de mil cosas.
Le secundo.
Estoy harta. 
Harta de que querer un mundo mejor sea utópico.
Harta de que no querer estar con nadie sea extraño.
Harta porque no necesitar a nadie no es algo malo, sino bueno.
Harta de ser rara porque la estética es importante, la belleza es importante y porque el arte es importante. Harta de que la música no sea arte porque cuatro lelos no la entiendan, harta de que la pintura sí sea arte, sobre todo si son las Meninas, pero si pones a un palurdo delante de un Tapies te dice que es una mamarrachada. 
Harta de que la gente no se pare delante de la vida, de las personas, de la calle, del mundo, para darse cuenta de la maravilla que tienen delante.
Harta de mí misma cuando no sé decidir.
Harta de no saber si prefiero ser rica o pobre, porque según con quién vaya necesito unas cosas u otras.
Harta de querer comprarme toda la ropa del mundo.
Harta de que la ropa no sea lo suficientemente 'in' si no va rota por donde debe ir rota.
Harta de que si es de mercadillo no debes decirlo, pero que si es de Zara o de Nike sí. Y que eso no te averüence porque son niños los que cosen la puta moda de este país.
Harta de que no sea solo este país, sino también el otro, y ese de ahí, y ese, y todo occidente.
Harta de que el desarrollo sea lo positivo, entendiendo desarrollo como líder e ídolo a EEUU, país de ladrones, o de pobres. País de miseria espiritual, país de comida basura, y somos lo que comemos, país capitalista por bandera. Harta de que el Tío Sam sea nuestro ejemplo a seguir en lo económico, cuando están en la mierda. De que ellos sean nuestro deseo, sean nuestros potenciales 'yoes' porque su mercado está muy bien, allí todo es barato. Y es que tienen dinero porque exportan armas. Armas para matar a los padres de los pobres críos que están cosiendo sus camisetas tallas XXXL porque no caben en tallas que dejarán de ser normales porque será eso lo guay. 
Harta de que te vendan comida basura, comida de engorde, y dinero a la vez que te venden la talla 32 como cánon de belleza normal. ¿Normal? Enfermo.
Harta de que el tabaco, el alcohol sean legales pero muy nocivos. Un gobierno con criterio prohibiría algo que fuese tan perjudicial. O permitiría eso al igual que permitiría la yerba. Eso no, pero la prostitución sí.
Harta del déficit de amor que tiene la sociedad.
Harta de los prejuicios que todos, todos, tenemos instalados en nuestras cabezas.
Harta de que si te sonríen por la calle es por algo malo, porque algo traman, o porque te conocen.
Harta de la mala educación.
Harta de la impasiviidad ante las desgracias de otros lugares.
Harta de esa necia idea de fronteras si se trata de que África o Sudamérica son los que quieren entrar.
Harta de la necia idea de globalización si Europa, América o China vienen aquí, porque están en auge.
Harta de la necia idea de deslocalización como maltrato de España a India, pero no de Senegal a España, porque ellos... ¡vienen a quedarse nuestro dinero!
Harta de la ridiculización española a sudamérica con la frase "vienen a quedarse nuestro dinero y violar a nuestras mujeres", cuando aquí se tiene miedo, en esta puta época de crisis, de los extranjeros pobres no vayan a quedarse nuestro dinero y trabajo. Nuestras mujeres nos dan igual.
Harta de esta puta crisis que lo único que está haciendo es extrapolar gilipolleces.
Harta de esta puta crisis y de la puta memoria del ser humano, porque ya no recordamos por qué fue causada. Harta de mi memoria porque yo sí lo recuerdo: la mala gestión de Lehman Brothers, que era una compañia financiera.
Harta de la necesidad del dinero.
Harta de la corrupción del dinero.
Harta de la corrupción en el poder.
Harta del poder.
Harta de la democracia inexistente. De la mala gestión del dinero público. De las estúpidas universidades inútiles que no enseñan lo que y como deberían.
Harta de la estupidez humana.

Y enamorada de la estupidez humana. Porque cada vez veo más cosas bonitas en el universo, cada vez la vida me sonríe más, cada vez conozco más gente que, quizá no vale toda la pena del mundo pero sí valen bien dos cubatas y unas risas. 

<<Nací para robar rosas de las avenidas de la muerte.>>
Bukowski

viernes, 19 de septiembre de 2014

"Y que si tú no te hubieras ido tendría la cabeza en su sitio y joder eso sí que da miedo"

Hay poesías que hablan de amor y desamor.
Hay poesías que hacen que se te ponga la piel de gallina.
Hay poesías que consiguen
que los ojos se inunden de emociones,
que la garganta se colapse de sentimientos,
que el corazón se abroche, atado con una doble lazada de angustia y sensación,
que la piel repela el aire que no sea el expirado de tus pulmones.

De lo que no advierten las poesías
- ni los malditos poetas -
es que todo eso es tan verdad como la propia existencia.
De lo que no advierten
es del miedo que da precipitarse
al absimo,
al vacío
a algo a lo que nunca te vas a acostumbrar.
No un vacío sentimental,
ni siquiera un vacío físico:
sola en la cama, en el bus o en El Retiro
o en Fuente del Berro, o en ningún sitio,
por cobarde.

De lo que no advierten es del miedo que da
despertarse y acostarse,
acostarse y despertarse,
y esperar
esperar,
y esperar,
y no recibir un guasap,
y no ver a nadie que te haga sentir lo que otro hacía,
y no ver a nadie al que hacer sentir como al él hacías,
y no ver a nadie al que pillar
mirándote mirándole
de esa manera.
Como si el resto del mundo no estuviera,
como si fuese verdad que solo los dos
existiérais en esta vida,
que, aun corrupta, es maravillosa.

Mirarle como se mira a la perfección,
como deben mirar a Dios los creyentes
con miedo de tener el síndrome de Stendhal
por si te desmayaras.

Y sentirse mirada como si fueses perfecta, a veces,
como si nada más existiera,
como cuando oías, de su boca, ese "preciosa"
que era mejor que cualquier poesía, cualquier poeta, o cualquier cantautor.

Los poetas no dicen
el miedo que se siente
cuando sabes que nunca más vas a sentir lo que sentiste.
Los poetas,
que son unos enamorados de la vida,
se enamoran "en cada esquina de cualquiera que quiera".
Pero, yo, que soy el común de los mortales
os advierto, aviso, aconsejo, indico, repaso y comunico
que DUELE.
Duele saber que no te vas a desnudar
ni te interesa que nadie se desnude, ante ti,
porque, otro, se desnudó para ti
y ahora, probablemente, se desnude de ti,
y ahora, probablemente, intente quitarse esa piel
que besaste, acariciaste, sentiste y quisiste,
porque no era tuya,
y adueñarse de la propiedad ajena es un delito,
y, como será abogado, quizá penalista,
sabrá que es un delito tipificado en la Ley,
en no sé qué artículo del Código Penal,
la suerte, es que, si se te juzga
la sentencia no puede ser más severa
que esa cárcel
en
la
que
ya
vives
porque un principio regulador del derecho
es la vida, y la has perdido, con él.
y otro principio
es la libertad,
y la has perdido, cuando se fue.

Así que
que me juzgue,
que no necesito
defensor del pueblo,
ni abogado de oficio,
ni a mi papá, que es abogado,
porque
daría lo que fuera
porque se me juzgara
que será laxamente de lo que lo estoy haciendo yo ahora.

<<Quiero tardar una vida entera en desnudarte amor,
como si no doliera >>
Diego Tello


"La libertad de decidir si es conmigo y sin ti. O contigo y sin mí."

"Hay síes que son noes
y noes que son quizases
aunque fueran síes
antes de la primera mentira"
Adrián Agudo - http://desordendeconsciencia.blogspot.com.es/

Hay poetas, poesías y poemas que llegan al alma. Hay poetas, poesías y poemas que hacen que mi corazón sienta un pinchazo, como una flecha, como si fuese Cupido quién me susurrase al oído esas palabras, escritas para otra. 
Y esos mismos poetas, esas mismas poesías y esos mismos poemas me dan coraje. Coraje por no haber sido yo la escritora sintiendo lo mismo, habiendo bebido del mismo manantial. Y coraje porque la gente no pueda disfrutar, llorar, o lo que se haga con estos versos, como hago yo.

<<Léeme como leen los que disfrutan bailando desnudos al compás del sonido de sus sueños al romperse.>>

miércoles, 3 de septiembre de 2014

El oficio de fumar, el vicio de escribir


Volver, con la frente marchita, las luces del tiempo brillaron en mi sien
Sentir, que es un soplo de vida, que dos años no es nada, que feliz mi mirada ya no busca, ya no nombra.
Vivir, con el alma aferrada a  un dulce recuerdo que lloro otra vez...
 [...]

Hoy he vuelto a mí.
Hoy he sentido, saboreado, degustado la necesidad que tenía de mí.
Me he saboreado, degustado, bebido, sentido.
Hoy era el lugar.
En mi cama el día.
Tirada, sola frente a mí misma, en paz, nada me turba, nada me espanta.
Boca abajo, como siempre.
Las piernas abiertas y el corazón exhalando el último adiós.
Quizá nada haya cambiado.
Quizá todo ha cambiado, no sé.
Quizá la vida es bella, quizá.
Cama de 90 para dos no está mal.
Cama de 90 para mí está de lujo.
Y a mis pies un montón de recuerdos, recuerdos con forma de corazón, de oso, de perro... recuerdos suaves, blanditos, mullidos, perfectos para apoyarse, para llorar a su lado en las noches de mis inviernos y dormir con ellos cuando duermo con pijama largo. 
El invierno es más un estado de ánimo que una estación. 
Ya ha llegado la primavera a mi vida.
No para andar de flor en flor.
Para irradiar la luz que al sol le hacía falta.
Para absorber la energía que me hacía falta.
Para donar las ganas que os hacen falta.
Una uña pintada de azul de un pie acomplejado está rozando el borde de la cama.
El pie contrario no le tiene celos, está igual. 
Con las piernas, los brazos y el corazón como las ventanas de la habitación estos días sofocantes del verano que se está acabando. Del de los veinte, no vengas, no vengas. Del mejor.
Los pies, inconscientes, juguetean con las sábanas. Si es que, yo no soy titiritera de sombras y domadora de polillas, sino trapecista de pies. 
Siempre lo había sído y por unos instantes me había liado. Instantes que puede que se convirtieran en dos años y medio, pero que han pasado en un momento, con más precisión porque es menos preciso.
Los ojos, inconscientes, brillan en una oscuridad intensa, sumidos en un silencio bullicioso.
El corazón y el estómago dan un vuelco, vuelven a sí. Tienen hambre.
Ya no hay mariposas en el corazón, ni serpientes venenosas en el estómago.
Solo mis piernas abiertas, estiradas pero no tensas.
Solo mis pies tocando los extremos de la cama.
Solo mi vida siendo mía, recuperándose.
Solo un peluche escondido detrás de un corazón grande y rojo, oxigenado, bombeando e irradiando la felicidad que tenía escondida, en la esquina izquierda, a los pies.
Solo eso.
Solo una herida que ya desinfectada. Y que es verdad que el agua oxigenada es de cobardes.
El alcohol hizo su efecto. El alcohol ha desinfectado este corazón podrido de latir.
Bancos sin nombres, locales quebrados, calles perdidas, "por tan poca cosa...", cantautores, pelo corto y flequillo.

¿Quién es? Ya, por fín soy yo.

<<Que hacer sufrir es la única manera de equivocarse.>> A. Camus