Después de leerme Rayuela entendí cómo todas
las mujeres, más bien chicas por la juventud que debían tener como rasgo
imprescindible, querían ser como la Maga. Una mujer alocada, graciosa, no muy
inteligente, no muy culta pero con un ansia de saber bastante interesante ya
que todo le llamaba la atención, todo le merecía su curiosidad, pero una
curiosidad poco intensa ya que no aguantaba mucho, ni seguía el hilo de las
explicaciones de lo que cuestionaba. Preciosa pero de una belleza nada vulgar,
extravagante pero de rarezas aceptables, agradables, atractivas, de cuyo
conjunto nacía esa tía que enamoraba.
Después de leerme Rayuela no entendí cómo yo
a quien me quería parecer, cuyo carácter iba a empezar a imitar, cuyas formas
me habían cautivado sobremanera, era a Oliveira. Un hombre odioso, egoísta,
cínico, soberbio. Un hombre que no sentía la necesidad de serlo -de ser hombre-,
un hombre al que le importaban las críticas siempre y cuando estas fueran
positivas, sino las omitía. En definitiva un cabrón.
Eso sí, un cabrón enamorado.
Eso sí, un cabrón enamorado conocedor de la
realidad de este arma de doble filo, de este drama cotidiano pero drama al fin
y al cabo.
Oliveira, tipo listo, sabía de lo odioso del
amor. Oliveira, convencida estoy, de que había leído Calígula de Camus. De que
quería seguir, como yo con él, su ejemplo. Y Horacio lo había conseguido, había
“admirado su insensibilidad”, la suya propia. El problema reside en que la
gente normalmente no mira la realidad con ojos de realidad, sino con ojos de
utopía, “los hombres lloran porque las cosas no son lo que deberían ser” y tú “no
puedes imaginar que un hombre llore por algo que no es el amor”. Y eso es un
error. Incluso, si me apuras, llorar por amor es un error, para Calígula, para
mí en labios de Calígula “vivir es lo contrario de amar”. "-
¿Pero qué es el amor? Poca cosa. Esa muerte no significa nada, te lo juro; solo
es la señal de una verdad muy simple y muy clara, un poco tonta, pero difícil de
descubrir y pesada de llevar. -¿Y cuál es la verdad? - Los hombres mueren y no son felices.”
Porque el amor, sí, el amor, no basta, no es
suficiente para nada, no es suficiente para ser feliz, solo a veces te da la
sensación, solo a veces te apetece creértelo pero no es más que eso, una
quimera, una ilusión para auto-convencerse de que darlo todo por una persona
que no eres tú te puede hacer feliz. Y no. Aunque por desgracia…:
"Pero,
este amor, amor, no ha terminado,
y así
como no tuvo nacimiento
no
tiene muerte, es como un largo río,
solo
cambia de tierras y de labios"
Neruda
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