martes, 24 de junio de 2014

El amor como alma* de doble filo



Después de leerme Rayuela entendí cómo todas las mujeres, más bien chicas por la juventud que debían tener como rasgo imprescindible, querían ser como la Maga. Una mujer alocada, graciosa, no muy inteligente, no muy culta pero con un ansia de saber bastante interesante ya que todo le llamaba la atención, todo le merecía su curiosidad, pero una curiosidad poco intensa ya que no aguantaba mucho, ni seguía el hilo de las explicaciones de lo que cuestionaba. Preciosa pero de una belleza nada vulgar, extravagante pero de rarezas aceptables, agradables, atractivas, de cuyo conjunto nacía esa tía que enamoraba.

Después de leerme Rayuela no entendí cómo yo a quien me quería parecer, cuyo carácter iba a empezar a imitar, cuyas formas me habían cautivado sobremanera, era a Oliveira. Un hombre odioso, egoísta, cínico, soberbio. Un hombre que no sentía la necesidad de serlo -de ser hombre-, un hombre al que le importaban las críticas siempre y cuando estas fueran positivas, sino las omitía. En definitiva un cabrón.

Eso sí, un cabrón enamorado.

Eso sí, un cabrón enamorado conocedor de la realidad de este arma de doble filo, de este drama cotidiano pero drama al fin y al cabo. 

Oliveira, tipo listo, sabía de lo odioso del amor. Oliveira, convencida estoy, de que había leído Calígula de Camus. De que quería seguir, como yo con él, su ejemplo. Y Horacio lo había conseguido, había “admirado su insensibilidad”, la suya propia. El problema reside en que la gente normalmente no mira la realidad con ojos de realidad, sino con ojos de utopía, “los hombres lloran porque las cosas no son lo que deberían ser” y tú “no puedes imaginar que un hombre llore por algo que no es el amor”. Y eso es un error. Incluso, si me apuras, llorar por amor es un error, para Calígula, para mí en labios de Calígula “vivir es lo contrario de amar”.   "- ¿Pero qué es el amor? Poca cosa. Esa muerte no significa nada, te lo juro; solo es la señal de una verdad muy simple y muy clara, un poco tonta, pero difícil de descubrir y pesada de llevar. -¿Y cuál es la verdad? -  Los hombres mueren y no son felices.”

Porque el amor, sí, el amor, no basta, no es suficiente para nada, no es suficiente para ser feliz, solo a veces te da la sensación, solo a veces te apetece creértelo pero no es más que eso, una quimera, una ilusión para auto-convencerse de que darlo todo por una persona que no eres tú te puede hacer feliz. Y no. Aunque por desgracia…:

 

"Pero, este amor, amor, no ha terminado,

y así como no tuvo nacimiento

no tiene muerte, es como un largo río,

solo cambia de tierras y de labios"

Neruda




Besitos de chocolate

No hay comentarios:

Publicar un comentario