miércoles, 25 de junio de 2014

Traficante de karmas

Yo no soy muy de creer en coincidencias, casualidades, suerte, serendipity, destino, karma, milagros ni en Dios. No soy muy de creer en nada; de hecho, llevo dos años en un impasse místico, crediticio, fehaciente o como se diga. Que no creo en nada, vaya. Me gusta decir que soy nihilista, más por nombrarlo de alguna manera por la necesidad humana de ponerle un nombre a todo porque, supongo, nos da seguridad, que por ser una seguidora de Nietzsche, del cual, si bien me gusta, no he leído ninguna obra.

Pero hoy tengo que dar gracias porque a veces te encuentras a gente o te encuentras con gente que hace que todo sea más fácil; que te hace ver que todo está bien, que tú estás bien y que no necesitas nada más. Que no necesitas nada de fuera. Que no hace falta buscar cariño en sitios raros, registrarse en Badoo ni en Meetic. Que no tienes que escribir tu número de móvil en un billete, como en la película, para que el amor de tu vida lo vea, te llame buscando a la mujer de su vida y no a un traficante, y esté desesperado por conocerte, enamorarse, estar contigo, vivir contigo, bailar contigo, tener contigo una noche looooooca, y besar tu boooooca.

No creo (por mi impasse) que la vida tenga sentido más allá de la propia vida, pero quizá la vida sí tiene sentido en sí misma. Quizá de alguna manera las cosas sí ocurren por algo, a lo mejor todo tiene una explicación empírica y sólo comprobable a posteriori, lo cual es un rollo, pero algo es algo. 
Quizá dentro de 40 años seamos capaces de mirar para atrás e hilar acontecimientos. Entender lo bien que estuvo que me cambiara de ciencias a sociales en el cole, entender lo genial que fue conocer a gente con la que ya no hablo, entender lo adecuado que es, quizá, tener en mi clase a un tío epilépsico con un déficit de medicación que nos da sustos cada dos por tres gracias al cual ahora sé cómo actuar si lo veo y sé realizar una RCP... Quizás, quizás, quizás...

<<La gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo dentífrico.>>  Rayuela - J. Cortázar.

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