lunes, 21 de julio de 2014

Prefiero esos que no se quieren conformar con un amor prudente, con querer a medio gas.


El pan recién hecho.
El sonido de las persianas del edificio abriéndose por la mañana temprano.
El piar de los pajaros temprano.
El rumor que hacen las sábanas nuevas en una cama recién hecha.
El olor a verano.
El olor a césped regado.
El olor a arena empapada por la lluvia.
El estruendo que hacen las gotas de una tormenta de verano.
La sensación en la piel cuando sabes que te estás quemando en la playa bajo el sol abrasador.
El sonido de las olas del mar al romperse en la orilla.
El sonido de las olas del mar cuando hay tormenta.
Las carcajadas de los niños correteando por El Retiro.
El estanque de El Retiro cuando llueve.
El estanque de El Retiro cuando hace sol.
El estanque de El Retiro cuando hace frío.
El estanque de El Retiro cuando está nublado.
El estanque de El Retiro por la mañana.
El estanque de El Retiro  por la tarde.
El estanque de El Retiro por la noche.
El olor de mi comida favorita cuando llego del gimansio.
La necesidad de olerme la muñeca si tengo puesta mi colonia favorita.
El olor a pintura fresca.
El olor a libro nuevo.
El olor a los caramelos esos de violeta.
El olor a polvos de talco.
La sensación de angustia cuando una ola te tira y te revuelca.
La incomodidad que se siente cuando tienes el bikini lleno de arena.
Lo tonta que es la gente cuando llueve y no saben usar los paraguas.
No usar paraguas.
El gustito ese al ponerte el pijama que has dejado en la calefacción después de ducharte por la noche.
El ultra plus plus de sensibilidad en tus piernas recién depiladas (suavísimas) al ponerte el pantalón de pijama largo.
Las cosquillas de mi mamá.
Llegar a casa cuando todos están durmiendo, y ser sigilosa y pasota a partes iguales.
Los nervios incontrolables de antes de hacer un examen que sabes que vas a bordar.
Tumbarse en el césped.
Comer por la calle.
Ser pobre.
Ser rico.
Hacer el idiota por la calle.
El silencio encantador cuando estás con alguien con la suficiente confianza como para que no sea incómodo, y, simplemente estás pensando.
Pensar.
Tumbarse en la cama y quedarse dormida.
Tumbarse en la cama y hablar durante horas por guasap.
Hablar con gente por guasap.
Tener gente con quien hablar por guasap cuando, hace 7 meses solo hablabas con una persona.
Diseñar planes excelentes que, quizá nunca se lleven a cabo.
Tenerle miedo a la soledad.
No tenerle miedo a la soledad.
Descubrir gente que piensa como tú, que busca lo que tú.
Llorar de la risa.
Ir de bohemia.
Ir al rastro.
Ir a museos.
Comer mucho mucho.
El chocolate.
El helado.
El jamón serrano.
El vinagre.
Probar algo nuevo con miedo a que no te guste y descubrir que es de las cosas más ricas que has comido.
Los abrazos esos, que no te dejan respirar.
No tener la necesidad de abrazar a nadie.
Que te conozcan.
Que no te conozcan.
El anonimato.
Las payasadas.
Las fotos estúpidas, poniendo caras estúpidas vía guasap aun teniendo snapchat, porque es más gracioso conservar la foto.
Dormir en pijama de verano, despertarme y ponerme la bata amorosa.
Lo graciosa que soy.
Lo mal que me sienta meter las manos en los bolsillos de un abrigo y no encontrar dinero, sino clínex.
Descubrir cosas que guardaba de tiempos mejores, de tiempo escolar.


Ay, ¡madre mía! Se me va de las manos.
Hay demasiadas cosas que me encantan, demasiadas.

<<Llegaron a sospechar que el amor podía ser un sentimiento más reposado y profundo que la felicidad desaforada pero momentánea de sus noches secretas.>>
Cien años de soledad - Gabriel García Márquez.

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